La ley de la oferta y la demanda sigue estando en vigor, pero siempre con la premisa de la capacidad adquisitiva que, a su vez, también depende de la capacidad de acceder a créditos.
La cuestión principal es que los precios de las viviendas deberían bajar hasta estar accesibles a la capacidad de ahorro de los trabajadores. De lo contrario, es materialmente imposible que la construcción y el mercado inmobiliario despegue.
Cualquiera con un mínimo de sentido común debía saber que lo que estaba sucediendo no era posible, que era más o menos cercano el momento en que un buen número de los deudores de hipotecas acabarían sin poder pagar esas cantidades exageradas proporcionalmente a sus ingresos. Especialmente cuando esos ingresos no podían ser permanentes, a un nivel tan alto, durante un periodo de pago del préstamo cada vez más largo. ¡Hasta 50 años!
Es una pena que siga siendo tan de actualidad nuestro refrán: "El sentido común es el menos común de los sentidos".
10 junio 2010
El precio de la vivienda bajará hasta estar accesible
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